Depués de haber ganado el Oscar nuestra Pe, ganas tenía de ver la peli por la que le han dado el premio. Así acabo de hacerlo y bueno, la sensación que se me queda es la de haber visto un documental de viajes.
Barcelona ( y Oviedo, no nos olvidemos) es la excusa perfecta para montar un tinglado de trío amoroso que se me antoja algo distante. No me extraña que esta película haya tenido tanto éxtito en Los EEUU, porque los americanos gustan de este tipo de historias, poco convencionales, ( véase Almodóvar y todos sus guiones Plutonianos) que a nosotros, españolitos de a pie, se nos hacen más indigestas. Demasiado topicazo de brocha gorda, nótese el guitarreo flamenquil, el bebercio vinícola (no precisamente de Don Simón) y el tema del toreo, que aunque de pasada, siempre aparece.
No acabo de entender eso de que un pintor Bohemio, hijo de poeta y amante de filosofías hedonistas, gran amigo de las putas, tenga un deportivo que te rilas de lo caro que debe de ser y que pilote avionetas para viajar por la península... no me cuadra esto con la España en la que vivo.
Que si me dicen que la subvención es 100% del ministerio de turismo catalán y que el guión ha de contar con tales palabras en tales momentos puntuales me lo creo porque de propaganda tiene para dar y tomar, además de una ciudad que, leñe, yo he estado ahí y sí, vale que Gaudí y todo eso pero a mí, los paisajes, me recuerdan a la Toscana italiana. Que yo soy americano y me vengo de cabeza a vivir aquí, claro.
Respecto a la actuación de Penélope, hay que ser justos y decir que logra transmitir esa loca que lleva dentro la tal Maria Helena; no sé si para Oscar o no porque se me hace un personaje con poco guión y algo corto, aunque algo tendrá su actuación que cuando aparece en plano se come a Scarlett, y en menor medida a Javier (aparte que es cuando la película empiaza a ponerse interesante).
jueves, 26 de febrero de 2009
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