viernes, 3 de abril de 2009

Dos preguntas

Empezaremos formulando sendas interrogaciones: primera, ¿que nada se le puede comparar? Dos, ¿tú eres tonto?

Si hay un momento en a lo largo del día en que la úlcera me alcanza medallas de oro en los juegos olímpicos corporales, es cuando me toca ver publicidad. Gracias a Dios, y debido a mi delicado estado de salud, intento ver poca tele. Sin embargo, hay veces que la cosa es inevitable.
Una de ellas es cuando te sientas a ver una serie, pongamos House (por poner algo) y pongamos que la hagan en Cuatro (por poner algún canal). Se supone que a las 22,15 comienza –esto lo asegura la wess de Cuatro-… tú te sientas a las 22.15 como un tonto por si fuera el día en que la hagan a la hora. Pero no, las hormigas aún andan acentuándonos los niveles del ácido fórmico. Allá a las 22.30 acaba uno y empieza el ‘metge’. Comienza presentando al enfermo, luego los créditos, la canción promocional y acto seguido un circulito –pongamos rojo anaranjado- aparece con un relojito, sumada a una voz que, aunque el reloj marque 5:59 minutos, te dice que volvemos en 5 minutos. En resumen, que el médico pasa la consulta tan puntual como te atiende la sanidad pública por estos lares.

Cuando acaban los 5:59 te dicen que este espacio está promocionado por servilletas ‘El moco suelto’ –con lo que a los 5:59 minutos se le suma medio más. Y si mis cálculos no me juegan la de los turcos, a mi los 5 minutos me salen algo largos. Será mi reloj biológico, o algo. No sé… Más menos, perdónenme uds, pero yo creo que me tratan de explicar que soy tonto del recto.

Un anuncio: un utilitario marca Nissaber, pequeñito. Una voz en off te enumera ciertos placeres de la vida: comer una guindilla, tocarse la piruleta (esta la pongo yo), un orgasmo… que digo yo que a no ser que el vehículo en cuestión tenga forma anatómica y rejilla de bolitas pero hiladas una detrás de otra, que permítanme que dude hasta el infinito y más allá que el pequeño de la familia te lleve de la manita al monte Orgasmatrón.

Y uno de los del colofón de esta panoplia de publicidad sin sentido, desmedida, tiránica que piensa que somos imbéciles (y cuando surte efecto es porque lo consigue. Que seamos imbéciles, matizo): anuncio de electrodomésticos: La aurora boreal. Nada se puede comparar. Y un menda sale con cara de inteligente y pregunta ¿nada? Acto seguido enaltecen todas y cada una de las propiedades del electrodoméstico, que si tiene mandos táctiles y que si su pirolítico poder me quitará las piedras renales.
Y ahí es cuando la úlcera me hace chiribitas.

Sin palabras y pleno de aversión.
Atentamente. Un televidente con muchas más preguntas que hacer.

No soy Manu

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