Desde hace unos cuantos años viene siendo habitual regalar ocio electrónico a nuestros familiares, amigos o hijos en fiestas tan señaladas como las Navidades.
No haya nada malo en ello pero sí que da un poco de pena que ciertos rituales navideños se vayan perdiendo en el olvido. Quienes tengan una cierta edad sabrán a lo que me refiero: tras una copiosa comida la familia se reunía en torno a la mesa para entretenerse con esos divertidos juegos como el Scattergories, Pictonary, Trivial o similares, mientras, por cierto, seguía llenando en buche con turrones y mazapanes.
Para mucha gente esa era la auténtica magia de estas fiestas. Pero ahora los que veíamos eso como “mágico”, inevitablemente con el paso de los años hemos perdido un poco la fe en este tipo de fiestas, y si además a eso le añades que ahora lo único que triunfa son las videoconsolas, las teles de plasma, los dvd, los blu-ray… y la madre que los parió a todos pues dan ganas de mandar las Navidades a tomar viento fresco.
La inocencia de la niñez hace que estas fiestas adquieran un carácter muy especial, pero desafortunadamente aquel que fuera niño de inmarcesibles ojos, hoy día es un soldado del pestilente márketing rendido ante una realidad de la que desea despertar.
miércoles, 3 de diciembre de 2008
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